NUEVA EVANGELIZACIÓN
PARA LA TRANSMISIÓN DE LA FE
CRISTIANA.
“INSTRUMENTUM LABORIS”
para la XIII Asamblea
General Ordinaria
del Sínodo de los Obispos
que se celebrará del 7 al 28
de octubre de 2012.
[Presentamos aquí íntegro el Prefacio y los tres primeros
números del Instrumentum laboris]
PREFACIO
«Auméntanos la
fe» (Lc 17, 5). Es la súplica de los Apóstoles al Señor
Jesús al percibir que solamente en la fe, don de Dios,
podían establecer una relación personal con El y estar a la
altura de la vocación de discípulos. El pedido era debido a
la experiencia de los propios límites. No se sentían
suficientemente fuertes para perdonar al hermano. La fe es
indispensable también para realizar los signos de la
presencia del Reino de Dios en el mundo. La higuera seca
hasta las raíces sirve a Jesús para dar coraje a los
discípulos: «Tened fe en Dios. Yo os aseguro que quien
diga a este monte: “Quítate y arrójate al mar” y no vacile
en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo
obtendrá» (Mc 11, 22-24). También el evangelista Mateo
subraya la importancia de la fe para cumplir grandes obras.
«Yo os aseguro: si tenéis fe y no vaciláis, no sólo
haréis lo de la higuera, sino que si aun decís, a este monte
“Quítate y arrójate al mar’, así se hará» (Mt 21, 21).
Algunas veces el
Señor Jesús reprochó a «los Doce» porque tienen poca fe. A
la pregunta sobre por qué no han logrado expulsar al
demonio, el Maestro responde: «Por vuestra poca fe» (Mt
17, 20). En el mar de Tiberíades antes de calmar la
tempestad, Jesús amonesta a los discípulos: « ¿Por qué
tenéis miedo, hombres de poca fe?» (Mt 8, 26). Ellos
deben entregarse confiadamente a Dios y a la providencia, y
no preocuparse por los bienes materiales. «Pues si la
hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios
así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de
poca fe?» (Mt 6, 30); cf Lc 12 28). Análoga actitud se
repite después de la multiplicación de los panes. Frente a
la constatación de los discípulos de haber olvidado de tomar
el pan al pasar a la otra orilla, el Señor Jesús dice:
«Hombres de poca fe, ¿por qué estáis hablando entre vosotros
de que no tenéis panes? ¿Aún no comprendéis, ni os acordáis
de los cinco panes de los cinco mil hombres, y cuántos
canastos recogisteis?» (Mt 16, 8-9).
En el Evangelio de
Mateo la descripción de Jesús que camina sobre las aguas y
llega hasta la barca donde están los apóstoles suscitó una
especial atención. Después de haber disipado en ellos el
miedo, Jesús acoge la propuesta condicionada de Pedro:
«Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas»
(Mt 14, 28). En un primer momento, Pedro camina sin
dificultad sobre las aguas, acercándose hacia Jesús.
«Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y,
como comenzara a hundirse, gritó: “¡Señor, sálvamel”». E
inmediatamente Jesús «tendiendo la mano, le agarró y le
dice: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?’ (Mt 14,
30-31). Jesús y Pedro suben juntos a la barca y el viento
amaina. Los discípulos, testigos de esta grande
manifestación, se postran delante del Señor y hacen una
profunda profesión de fe: «Verdaderamente eres Hijo de
Dios» (Mt 14, 33).
En la persona de Pedro es
posible reconocer la actitud de muchos fieles, así como
también la de enteras comunidades cristianas, sobre todo en
los Países de antigua evangelización. Varias iglesias
particulares, en efecto, saben lo que significa no sólo el
alejamiento de los fieles, a raíz de la poca fe, de la vida
sacramental y de la praxis cristiana, sino incluso que
algunos podrían ser contados en la categoría de los no
creyentes: “¡Generación incrédula y perversa!” Mt 17,
17; Jesús “no hizo allí [en Nazaret] muchos
milagros por su falta de fe” (Mt 13, 58). Al mismo
tiempo, no pocas Iglesias experimentan también, después de
un primer entusiasmo, el cansancio, el miedo frente a
situaciones bastante complejas del mundo actual. Como Pedro,
temen el clima hostil, de tentaciones de diversas índoles,
de desafíos que exceden sus fuerzas humanas. La salvación,
tanto para Pedro como para los fieles, considerados
personalmente y como miembros de la comunidad eclesial,
proviene solamente del Señor Jesús. Sólo El puede tender la
mano y guiar hacia el lugar seguro en el camino de la fe.
Las breves
reflexiones sobre la fe en los Evangelios nos ayudan a
ilustrar el tema de la XIII Asamblea General Ordinaria
del Sínodo de los Obispos «La nueva evangelización para la
transmisión de la fe cristiana». La importancia de la fe
en este contexto aparece reforzada por la decisión del Santo
Padre Benedicto XVI de convocar al Año de la fe a
comenzar del 11 de octubre de 2012, en el recuerdo del
50° aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico
Vaticano II y del 20° aniversario de la publicación del
Catecismo de la Iglesia Católica. Ambos eventos tendrán
inicio en el curso de la celebración de la Asamblea sinodal.
Una vez más se cumple la palabra del Señor Jesús dirigida a
Pedro, roca sobre la cual el Señor ha construido su Iglesia:
“Ahora yo te digo: Tu eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la
derrotará. Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo
que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que
desates en la tierra quedará desatado en los cielos” (Mt
16, 18-19): «yo he rogado por ti, para que tu fe no
desfallezca. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a
tus hermanos» (Lc 22, 32). Todavía una vez más se abrirá
ante todos nosotros «la puerta de la fe»: “Al
llegar [Pablo y Bernabé a Antioquia] reunieron a la
Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de
ellos y como había abierto a los gentiles la puerta de la
fe” (Hch 14, 27).
Como siempre,
también hoy la evangelización tiene como finalidad la
transmisión de la fe cristiana. Ésta se refiere, en
primer lugar, a la comunidad de los discípulos de Cristo,
organizados en iglesias particulares, diócesis y eparquías,
cuyos fieles se reúnen regularmente para las celebraciones
litúrgicas, escuchan la Palabra de Dios y celebran los
sacramentos, sobre todo la Eucaristía, preocupándose por
transmitir el tesoro de la fe a los miembros de sus
familias, de sus comunidades, de sus parroquias. Lo hacen a
través de la propuesta y del testimonio de la vida
cristiana, del catecumenado, de la catequesis y de las obras
de caridad. Se trata de evangelización en sentido general
como actividad habitual de la Iglesia. Con la ayuda del
Espíritu Santo, esta evangelización, por así decir
ordinaria, debe ser animada por un nuevo ardor. Es
necesario buscar nuevos métodos y nuevas formas
expresivas para transmitir al hombre contemporáneo la
perenne verdad de Jesucristo, siempre nuevo, fuente de toda
novedad. Sólo una fe sólida y robusta, propia de los
mártires, puede dar ánimo a tantos proyectos pastorales, a
medio y a largo plazo, vivificar las estructuras existentes,
suscitar la creatividad pastoral a la altura de las
necesidades del hombre contemporáneo y de las expectativas
de las sociedades actuales.
El renovado
dinamismo de las comunidades cristianas dará un nuevo
impulso también a la actividad misionera (missio ad
gentes), urgente hoy más que nunca, considerando el alto
número de personas que no conocen a Jesucristo, no sólo en
tierras lejanas, sino también en los Países de antigua
evangelización.
Dejándose vivificar
por el Espíritu Santo, los cristianos serán luego sensibles
a tantos hermanos y hermanas que, no obstante haber sido
bautizados, se han alejado de la Iglesia y de la praxis
cristiana. A ellos, en modo particular, desean dirigirse con
la nueva evangelización para que descubran la belleza de la
fe cristiana y la alegría del encuentro personal con el
Señor, en la Iglesia, comunidad de los fieles.
Sobre estas
temáticas se desarrolla el Instrumentum laboris que
aquí es presentado. Orden del día de la próxima Asamblea
sinodal, este Documento es el resultado de la síntesis de
las respuestas a los Lineamenta, llegadas de parte de
los Sínodos de los Obispos de las Iglesias Orientales
Católicas sui iuris, de las Conferencias Episcopales,
de los Dicasterios de la Curia Romana y de la Unión de los
Superiores Generales, como también de parte de otras
instituciones, de comunidades y de fieles, que han querido
participar en la reflexión eclesial sobre el tema sinodal.
Con la ayuda del Consejo Ordinario, la Secretaría General
del Sínodo de los Obispos, valiéndose también de la
colaboración de válidos expertos, ha redactado el
presente Documento en el cual han sido recogidos muchos
aspectos sobresalientes de la actividad evangelizadora de la
Iglesia en los cinco continentes. Al mismo tiempo se indican
varios temas que han de ser profundizados para que la
Iglesia pueda continuar a desarrollar en modo adecuado su
obra evangelizadora, teniendo en cuenta los no pocos
desafíos y dificultades del momento presente. Confiando en
la palabra del Señor: «No se turbe vuestro corazón. Creed
en Dios: creed también en mí» (Jn 14, 1) y bajo la
iluminada guía del Santo Padre Benedicto XVI, los Padres
sinodales están disponiéndose a reflexionar en un ambiente
de oración, de escucha y de comunión afectiva y efectiva. En
esta tarea no están solos, pues están acompañados por tantas
personas que rezan por los trabajos sinodales. Los miembros
de la XIII Asamblea General Ordinaria, dirigiendo la mirada
también a la comunión de la Iglesia glorificada, confían en
la intercesión de todos los santos y, en particular, de la
Virgen María, bienaventurada porque «ha creído que se
cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor»
(Lc 1, 45).
Dios, bueno y
misericordioso, constantemente tiende su mano al hombre y a
la Iglesia, siempre dispuesto a hacer pronta justicia a sus
elegidos. Ellos, sin embargo, están invitados a aferrar su
mano y con fe pedirle ayuda. Esta condición no puede darse
por supuesta, como se puede percibir de la incisiva pregunta
de Jesús: «Pero, cuando el Hijo del hombre venga,
¿encontrará esta fe en la tierra?» (Lc 18 8). Por este
motivo, también hoy la Iglesia y los cristianos deben
repetir asiduamente la súplica: « ¡Creo, ayuda a mi falta
de fe!» (Mc 9, 24).
Para que la
Asamblea sinodal pueda responder a estas expectativas y
necesidades de la Iglesia en nuestro tiempo, invoquemos la
gracia del Espíritu Santo, que Dios «derramó copiosamente
sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador»
(Tit 3, 6), suplicando una vez más al Señor Jesús: «Auméntanos
la fe» (Lc 17, 5).
+ Nikola ETEROVIC,
Arzobispo titular de Cibale, Secretario General
del Sínodo de los Obispos
Vaticano, 27 de mayo de 2012, So lemnidad de Pentecostés
INTRODUCCIÓN
1 La próxima
Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que
tendrá lugar del 7 al 28 de octubre de 2012, tiene como tema
«La nueva evangelización para la transmisión de la fe
cristiana», como lo ha anunciado el Papa Benedicto
XVI al clausurar los trabajos de la Asamblea Especial para
Medio Oriente del Sínodo de los Obispos. Con la intención de
facilitar la preparación específica de este evento fueron
redactados los Lineamenta. A los Lineamenta y
a los relativos cuestionarios han respondido las
Conferencias Episcopales, los Sínodos de los Obispos de las
iglesias Católicas Orientales sui iuris, los
Dicasterios de la Curia Romana y la Unión de los Superiores
Generales. Además han sido recibidas observaciones
individuales de algunos Obispos, sacerdotes, miembros de
institutos de vida consagrada, laicos, asociaciones y
movimientos eclesiales. Un proceso de preparación muy
participado que confirma el interés que el tema elegido por
el Santo Padre ha suscitado en los cristianos y en la
Iglesia de hoy Todas las opiniones y las reflexiones
recibidas han sido recogidas y sintetizadas en este
lnstrumentum laboris.
PUNTOS DE REFERENCIA
2 La convocación de
la próxima Asamblea sinodal tiene lugar en un momento
particularmente significativo para la Iglesia católica.
Durante su desarrollo se celebra, en efecto, el
quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio
Ecuménico Vaticano II, el vigésimo aniversario de la
publicación del Catecismo de la Iglesia Católica y
se abre el Año de la Fe, convocado por el Papa
Benedicto XVI [Carta Apostólica Porta fidei a
comenzar el 11 de octubre de 2012]. Por lo tanto, el Sínodo
será una ocasión propicia para poner en evidencia la
necesidad de conversión y la exigencia de santidad que todos
estos aniversarios estimulan; el Sínodo será el lugar en el
cual se podrá asumir seriamente y lanzar de nuevo aquella
invitación a redescubrir la fe que, después de haber
germinado en el Concilio Vaticano II y de haber sido
retomada una primera vez en el Año de la Fe convocado por
Pablo VI, nos ha sido nuevamente propuesta hoy por el
Papa Benedicto XVI. Es en este clima que el Sínodo tratará
el tema de la nueva evangelización.
3 El arco temporal
que de este modo se ha creado está signado por otros puntos
de referencia que se han revelado esenciales, tanto para el
momento de preparación como para la subsiguiente reflexión
sinodal. Además de la referencia directa y explícita al
magisterio del Concilio Vaticano II, no se puede
reflexionar, por ejemplo, sobre la evangelización hoy
prescindiendo de las palabras que sobre este tema ha
expresado el Papa Pablo VI, en la Exhortación Apostólica
Evangelii nuntiandi y el Papa Juan Pablo II, en la
Encíclica Redemptoris missio y en la Carta Apostólica
Novo millennio ineunte. En modo coral, en muchísimas
respuestas recibidas, estos textos han sido considerados
como puntos de confrontación y de verificación.
[La totalidad de puntos de estudio que presenta
el Instrumentum laboris es de 169 con sus
correspondientes 91 notas. Por eso, dejando de lado los
números 4 al 17 inclusive, hemos seleccionado o comentado
algunos de sus cuatro capítulos y de su conclusión].
Cap. I:
Jesucristo, Evangelio de Dios para el hombre. El lema: “El
tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca;
convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15).
[Palabras de Jesús cuando ha sido apresado Juan el
Bautista]. Esto comporta una “metanoia” (cambio de pensar,
sentir y obrar). La evangelización es una llamada de
Jesucristo a la santidad. La Iglesia evangelizada siente la
necesidad de ser evangelizadora. El Evangelio es un don para
cada hombre en su situación concreta. De ahí el deber de
evangelizar llevando la Buena Nueva de Jesucristo y de
renovarse continuamente en la Iglesia a la luz del
Evangelio.
Cap. II: Tiempo
de la nueva evangelización. El lema:”Id al mundo
entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc
16, 15). Esto exige una renovada evangelización, teniendo en
cuenta los nuevos escenarios a todos los niveles –desde el
local hasta el mundial- como es el fenómeno migratorio y las
nuevas vertientes económicas, políticas, sociales, de
investigación científica y tecnológica, empleando los nuevos
medios de comunicación social. Es lo que Juan Pablo
II llamaba los nuevos areópagos. El Instrumentum
laboris enumera algunos modos actuales de actuación que
desdicen del enfoque cristiano, tales como atención
egocéntrica a las propias necesidades; debilitamiento y
pérdida de experiencias profundamente humanas, como la
reflexión y el silencio; reducción de la ética y de la
política a simple espectáculo. En una palabra, nos
encontramos con una cultura de lo efímero, de lo inmediato,
de la apariencia. Nuestra sociedad está lejos de la memoria
y del futuro. Si a todo esto sumamos la rutina en lo
religioso, el insuficiente acompañamiento espiritual de los
fieles, la pérdida de entusiasmo, la infidelidad a la propia
vocación, los escándalos, la poca sensibilidad para los
problemas del hombre contemporáneo, etc., nos encontramos
con el “mysterium iniquitatis” del que habla San
Pablo (2 Tes 2, 7). Respecto a la misión “ad gentes”
nos decía Juan Pablo II que difícilmente podemos ser
misioneros si no lo somos antes “Inter gentes”, esto
es, en la propia casa. Necesitamos, por tanto, “salir del
desierto interior”, como dice Benedicto XVI.
¿Qué es la nueva
evangelización? Podemos decir que es una aspiración a
relanzar un movimiento de conversión de todo bautizado y de
todo grupo eclesial bajo la acción del Espíritu del
Resucitado, transfigurados por el don de la fe que debemos
reflejar o transmitir.
Cap III.- Transmitir la
fe. El lema:
“Se mantenían constantes en la enseñanza de los apóstoles,
en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones.
[...] Acudían diariamente al Templo con perseverancia y con
un mismo espíritu partían el pan en las casas y tomaban el
alimento con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios
y gozando de la simpatía de todo el pueblo. Por lo demás, el
Señor agregaba al grupo a los que cada día se iban salvando”
(Hch 2, 42.46-47).
El objetivo de
la nueva evangelización es la transmisión de la fe. La
Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura constituyen un solo
depósito sagrado de la palabra de Dios confiado a a Iglesia.
Todo el pueblo santo unido a sus pastores en la doctrina de
los Apóstoles y en la comunión, persevera constantemente en
la fracción del pan y en la oración (cf. Hch 2, 42) y
colaboran estrechamente en la conservación, en el ejercicio
y en la profesión de la fe recibida. La comunión deseada por
Cristo es la que recuerda el apóstol Juan: “Os doy un
mandato nuevo, que os améis los unos a los otros como yo os
he amado. En esto conocerán que sois mis discípulos (Cf Jn
13, 34-35).
El anuncio, la
proclamación, -la transmisión de la fe- es un
deber de cada cristiano y de toda la Iglesia. De ahí que
la Iglesia, congregada por la llamada del Espíritu para
vivir la presencia de Cristo entre nosotros, se articule en
comunidades que muestran su fe a través de la caridad, el
testimonio, el anuncio, la celebración, la escucha, la
participación compartida. Llama a la conversión
mediante la catequesis y los sacramentos de iniciación.
Pablo VI promovió
otro año de a fe en 1967.
La Iglesia
transmite la fe que ella misma vive. La centralidad de su
vida está en el misterio eucarístico y en la Palabra de Dios.
Modos de incrementar esa fe son: la lectio divina, el
culto divino, la caridad, el sacramento de la
reconciliación, el rezo de las horas, las peregrinaciones,
las Jornadas mundiales de la juventud, la adoración
eucarística, los grupos de oración, las devociones populares
purificadas, etc.
El sujeto de la
transmisión de la fe es toda la Iglesia.
La familia es
lugar ejemplar de evangelización. Tal sucede cuando se
viven los valores fundamentales de la vida cristiana:
dignidad y complementariedad del hombre y la mujer, creados
a imagen de Dios (Gen 1, 27), apertura a la vida,
participación y comunión, dedicación a los más débiles,
atención educadora, confianza en Dios como fuente del amor
que realiza la unión. Hoy las familias están sometidas a
fuertes tensiones por inestabilidad del trabajo, la
precariedad que aumenta, el cansancio ante una tarea
educativa cada vez más ardua, Por eso mismo necesita más el
apoyo de la comunidad, ser acogida y valorada. El objetivo
común es que la familia, no obstante, tenga cada vez un
papel más activo en el proceso de transmisión de la fe. Las
familias reunidas pueden animarse mejor a dar testimonio
evangélico en la simplicidad de lo cotidiano.
Llamados a
evangelizar: (Números 114-117).
En este apartado se
habla en general de la contribución a la evangelización de
las órdenes religiosas y de las diversas formas de vida
consagrada, entre las que se encuentran las órdenes
mendicantes. Se pasa luego a exponer el florecimiento en
estas décadas de grupos carismáticos a los que dice el
documento se les podría llamar “nuevos evangelizadores”.
Advierto que no he encontrado una palabra sobre las terceras
órdenes y movimientos laicales antiguos. Pero me he dicho:
no es necesario, porque cuanto se expone en el documento
sobre la nueva evangelización, nuestra tercera orden lo
tiene ya legislado de forma pormenorizada en sus
constituciones, en el capítulo segundo, título segundo, bajo
el epígrafe Presencia activa en la Iglesia y en el
mundo. Por ejemplo: Se dice que por el bautismo y la
profesión los miembros de la OFS están llamados a ser
“testigos e instrumento de la misión de la Iglesia” y que
vuestro apostolado preferente es el testimonio personal. Y
todo lo que se dice de vosotros se avala con los textos
conciliares del Vaticano II: Lumen gentium,
Gaudium et Spes, Apostolicam actuositatem. Puntos
importantes de vuestras constituciones son el estar
presentes en la vida pública, en ser portadores de paz, en
crear condiciones dignas de vida para todos, en contribuir a
un mundo más justo y fraterno, en colaborar para que todos
tengan un trabajo digno, en la renuncia al uso de la
violencia, y hasta el ser mensajeros de alegría y esperanza.
Esto último está en perfecta línea del apartado del
Instrumentum laboris: Dar razón de la propia fe,
y donde se dice que “los caminos de nuestra fe son los que
el Espíritu indica a nuestras comunidades cristianas”.
Sólo si ponemos en
acto cuanto el Espíritu sugiere para el bien común y la
propagación de la fe y nos dejamos podar –como el sarmiento-
produciremos mejores frutos en la viña del Señor. Así, por
ejemplo, nuestro acercamiento al pobre, al marginado, al
excluido no será por pura filantropía sino por la caridad de
Cristo. Mostraremos también un renovado empeño ecuménico,
buscaremos modos adecuados de diálogo interreligioso sin
renunciar a la verdad, denunciaremos también las
infidelidades y escándalos de las comunidades cristianas.
Cap IV: Reavivar la
acción pastoral:
“Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he
mandado”.
En este apartado se
hace referencia en primer lugar a cómo la Iglesia desde sus
orígenes ha buscado el modo más adecuado de comunicar su
doctrina ateniéndose incluso a conceptos filosóficos propios
de cada época, principalmente a través de sus pastores.
La iniciación
cristiana, proceso evangelizador. El bautismo de niños y
de adultos.
La exigencia del
primer anuncio. “El objetivo de tal anuncio es reavivar
la fe o suscitarla, para mantener la comunidad y los
bautizados en una tensión constante y fiel hacia el anuncio
y el testimonio público de la fe que profesamos”.
Transmitir la
fe, educar al hombre. “No se puede evangelizar si al
mismo tiempo no se educa al hombre para ser verdaderamente
sí mismo”.·Benedicto XVI ha hablado de <emergencia
educativa>, aludiendo a la especial urgencia de transmitir a
las nuevas generaciones los valores clásicos de la
existencia y de un recto comportamiento.
Fe y
conocimiento. El Papa Benedicto XVI habla de una
“ecología del hombre” que debe entenderse como la
comprensión del mundo y del desarrollo de la ciencia
abiertas a la verdad y a la originaria relación con Dios.
El fundamento de
toda pastoral evangelizadora. “El
problema de la evangelización no es una cuestión
organizativa o estratégica sino más bien espiritual. <El
hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan
testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que
enseñan es porque dan testimonio>”. Pablo VI.
Centralidad de
las vocaciones. Pastoral vocacional al servicio del
sacerdocio y de la vida consagrada. Promover una cultura
entendida como vocación a los diversos estados de vida.
CONCLUSIÓN:
“Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir
sobre vosotros” Hch 1, 8.
“El Espíritu del Resucitado
nos hace capaces de anunciar eficazmente el Evangelio en
todo el mundo”.
“La primera
evangelización comenzó el día de Pentecostés, cuando los
Apóstoles, reunidos todos juntos en el mismo lugar en
oración con la Madre de Cristo, recibieron el Espíritu
Santo” (Hch 1, 14; 2, 1-3).
Jesucristo,
evangelio que da esperanza. Necesitamos encontrar un
principio que nos de esperanza, que nos permita mirar al
futuro con los ojos de la fe sin desesperación ni temor.
La alegría de
evangelizar. Toda
persona de nuestro tiempo necesita el anuncio esperanzador
de encontrar el rostro de Dios en Jesucristo.
“<No temáis> es la
palabra de la nueva evangelización, con la cual la Iglesia,
animada por el Espíritu Santo anuncia <hasta los confines de
la tierra> (Hch 1, 8) a Jesucristo, Evangelio de Dios
para la fe de los hombres”.
Síntesis elaborada por Fr.
Ramón Baselga para el inicio de curso de la OFS de la Zona
Valenciana.
Santo Espíritu del Monte, 22
de septiembre de 2012.
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